Noches como la de ayer, duelen. Duele ver que tu equipo pierde en el último minuto del partido, de falta directa y con un tiro muy parable. Duele ver que tu equipo falla la mejor ocasión del partido en el minuto 83. Duele ver que un señor vestido de negro te amarga la noche (no ve una mano clarísima dentro del área, te llena de tarjetas, no ve faltas de libro...), duele perder contra el líder sin que apenas hicieran nada.
Y es que les dimos un buen repaso durante todo el partido. El Atlético llegaba a Anoeta fuerte, muy fuerte y parecía que nos iban a contar el mismo cuento del año pasado (0-4). Pero según avanzaba el partido, la cosa iba cambiando. La Real fue muy fuerte en el medio campo y Markel Bergara la verdad que robó unos cuantos balones. Quitando unos pocos despistes en el centro, tanto Markel, Illarra y Antoine estuvieron perfectos. Pero el protagonista del partido no fueron ni ellos, ni ningún jugador que había en el césped. El protagonista principal de la película de terror fue el "señor" Ayza Gámez. Sí, pongo "señor" por no poner otra cosa y ser políticamente correcto. Pero si me dieran la libertad suficiente usaría otro tipo de adjetivos. No sé por qué no podemos intentar evitar que este tipejo nos arbitre otra vez. Hace dos años (contra el mismo equipo) se repitió la misma historia y lo de anoche se pasó de castaño oscuro. Pido a la directiva del club que intente evitar que este tío vuelva a pisar Anoeta como el R.Madrid ha hecho con Teixeira.
No fue una noche en la que lloramos. No nos pasó nada grave (según y cómo midamos la gravedad que nos supone a cada uno que pierda la Real, claro), no bajamos de categoría, no despedimos a ningún capitán... Pero ayer sacamos a relucir algo que poco tiene que ver con la felicidad: el pañuelo. Un elemento que simboliza tristeza, pena... ayer tuvo otro significado: indignación.
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